sábado, 10 de marzo de 2018

Domingo IV de cuaresma (ciclo b) Catena Aurea


Juan 3, 14-21
"Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es necesario que sea levantado el Hijo del hombre: para que todo aquél que cree en El no perezca, sino que tenga vida eterna".
"Porque de tal manera amó Dios el mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquél que cree en El no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque no envió Dios su Hijo al mundo para juzgarle, sino para que el mundo se salve por El. Quien en El cree, no es juzgado: mas el que no cree, ya ha sido juzgado, porque no cree en el nombre del Unigénito Hijo de Dios".
"Mas este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo hombre que obra mal, aborrece la luz, y no viene a la luz para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que obra verdad, viene a la luz para que parezcan sus obras, porque son hechas en Dios". 



Crisóstomo, ut supra
Como había explicado el beneficio del bautismo, ahora aduce su causa, esto es, su cruz, diciendo: "Y como Moisés levantó la serpiente", etc. 

Beda
El Señor invita con estas palabras al maestro de la Ley mosaica a que comprenda su sentido espiritual, recordándole la historia antigua, y demostrándole que ésta era figura de su pasión y de la salvación humana. 

San Agustín, De peccat. mer. et remiss. cap. 32
Muchos morían en el desierto por las mordeduras de las serpientes. Y por ello Moisés, por orden de Dios, levantó en alto una serpiente de bronce en el desierto; cuantos miraban a ésta, quedaban curados en el acto. La serpiente levantada representa la muerte de Cristo, de la misma manera que el efecto se significa por la causa eficiente. La muerte había venido por medio de la serpiente, la que indujo al hombre al pecado por el cual había de morir; mas el Señor, aun cuando en su carne no había recibido el pecado, que era como el veneno de la serpiente, había recibido la muerte, para que hubiese pena sin culpa en la semejanza de la carne del pecado, por lo cual en esta misma carne se paga la pena y la culpa.


Teofilacto
Véase aquí la figura y la realidad. En el primer caso se lee la semejanza de la serpiente con todas sus cualidades de animal, mas privándola del veneno; en el segundo caso Jesucristo, a pesar de estar libre del pecado, asumió la semejanza de la carne del pecado. Y al oír que era exaltado debe entenderse que quiere decir suspendido en lo alto y para que santificase el aire quien había santificado la tierra andando sobre ella. Entiéndase también por exaltación la gloria; porque aquella elevación en la cruz se convirtió en gloria de Jesucristo. Y en lo mismo que quiso juzgar, juzgó al príncipe de este mundo. Adán murió justamente porque pecó; mas el Señor, que había sufrido la muerte injustamente, venció a aquél que le había entregado a la muerte. Y fue vencido porque no pudo obligar al Señor, estando en la cruz, a que aborreciese a los que le crucificaban, sino que más les amaba y rogaba por ellos. De este modo la cruz de Jesucristo se convirtió en su exaltación y en su gloria. 

Crisóstomo, ut supra
Y no dijo: conviene que el Hijo del hombre no esté colgado, sino: que sea levantado, porque esto parecía lo más prudente. Y así dijo esto por el que le oía y por lo que la cosa representaba, con el fin de que veamos la relación que las antiguas cosas tenían con las nuevas. Y aprendamos que no se entregó a la muerte contra su voluntad y que de aquí brotó la salud para muchos. 

San Agustín, ut supra
Así como en otro tiempo quedaban curados del veneno y de la muerte todos los que veían la serpiente levantada en el desierto, así ahora el que se conforma con el modelo de la muerte de Jesucristo por medio de la fe y del bautismo, se libra también del pecado por la justificación, y de la muerte por la resurrección. Y esto es lo que dice: "Para que todo aquél que cree en El no perezca, sino que tenga vida eterna". ¿Y para qué se necesita que la muerte de Jesucristo se compare con el bautismo del niño, si no ha sido envenenado éste aún por la mordedura de la serpiente? 

Crisóstomo, ut supra
Véase también que quiso ocultar su pasión, a fin de que no entristecieran sus palabras a aquél que le oía. Pero puso de manifiesto el fruto de su pasión. Y si los que creen en el crucificado no perecen, mucho menos perecerá el que está crucificado con Jesucristo. 

San Agustín, In Ioannem tract., 12
Hay una diferencia entre la figura y la realidad, y es que aquellos eran curados sólo de la muerte temporal volviendo a una vida material, mas éstos obtienen la vida eterna.

"Porque de tal manera amó Dios el mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquél que cree en El no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque no envió Dios su Hijo al mundo para juzgarle, sino para que el mundo se salve por El. Quien en El cree, no es juzgado: mas el que no cree, ya ha sido juzgado, porque no cree en el nombre del Unigénito Hijo de Dios". (vv. 15-18)

Crisóstomo, ut supra
Como había dicho: "Conviene que sea levantado el Hijo del hombre", en lo que daba a conocer ocultamente su muerte. Y para que el que oía no se entristeciese por estas palabras, creyendo que era humano cuanto a El se refería, y para que no creyese que su muerte no sería saludable, dijo, como para rectificar, cuando había insinuado que el Hijo de Dios sería entregado a la muerte, que su muerte sería la que alcanzaría la vida eterna. Por esto dice: "Porque de tal modo amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito". No os admiréis de que yo deba ser levantado para que vosotros os salvéis, porque así agradó esto al Padre que tanto os amó, y que por estos siervos ingratos e indiferentes dio a su mismo Hijo. Y al decir: "De tal manera amó Dios al mundo", indicó la inmensidad de su amor, habiendo necesidad de reconocer aquí una distancia infinita. El que es inmortal, El que no tiene principio, El que es la grandeza infinita, amó a los que están en el mundo, que son de tierra y ceniza, y están llenos de infinitos pecados. Lo que pone a continuación demuestra la cualidad de su amor; porque no dio un siervo, ni un ángel, ni un arcángel, sino su propio Hijo. Por esto añade: "Unigénito".

San Hilario, De Trin. l. 6
Mas si la fe del amor había de medirse por entregar una creatura en bien de otra creatura, no sería de gran mérito el enviarle una creatura de naturaleza inferior. Las cosas de gran valor son las que dan a conocer la grandeza de amor y las cosas grandes se estiman por las cosas grandes. El Señor, amando al mundo, dio a su Unigénito y no a un hijo adoptivo. Era su Hijo propio por generación y verdad. No hay creación, no hay adopción ni falsedad. Aquí hay fe de predilección y de amor en favor de la salvación del mundo, dando a un Hijo que era suyo y que además era Unigénito. 

Teofilacto
Me parece que, así como antes se ha dicho que el Hijo del hombre bajó del cielo aun cuando su carne no bajase de allí sino que en cuanto a la única persona de Jesucristo se atribuye lo que es de Dios al hombre, así también ahora al revés, lo que es del hombre se atribuye al Verbo de Dios, porque el Hijo de Dios permaneció impasible. Pero como no había más que una sola persona en virtud de la unión hipostática -el Hijo de Dios y el hombre que sufrió la pasión- se dice que es el Hijo entregado a la muerte quien en realidad padecía, no en su propia naturaleza pero sí en su carne propia. Se ha obtenido una utilidad inmensa en esta concesión. Tan grande es que excede a toda suposición humana. Y sigue: "Para que todo aquél que cree en El no perezca, sino que tenga vida eterna". El Antiguo Testamento ofrecía una vida larga a los que cumplían sus preceptos, mas el Evangelio ofrece vida eterna e inacabable.

San Agustín
Debe observarse que explica lo mismo respecto del Hijo de Dios que lo anunciado respecto del Hijo del hombre exaltado en la cruz, diciendo: "Para que todo aquél que crea en El". Porque el mismo Redentor y Creador nuestro, el Hijo de Dios existente antes de todos los siglos, ha sido hecho Hijo del hombre por los siglos de los siglos, a fin de que quien por el poder de su divinidad nos había creado para gozar de la felicidad de la vida eterna, El mismo nos redimiese por medio de la fragilidad humana para que alcanzáramos la vida que habíamos perdido.

Alcuino
Y en realidad el mundo conseguirá la vida eterna por el Hijo de Dios, porque para esto precisamente vino al mundo. Y así sigue: "Porque no envió Dios a su Hijo", etc.

San Agustín, In Ioannem tract., 12
¿Por qué es llamado Salvador del mundo, sino para que salve al mundo? Luego un médico había venido a curar al enfermo. A sí mismo se mata el que no quiere cumplir los preceptos del médico, o los desprecia. 

Crisóstomo, In Ioannem hom., 27
Y porque dice esto, muchos de los que viven sumidos en toda clase de pecados y en gran negligencia, abusando de la infinita misericordia divina, dicen que no hay infierno ni castigo, y que el Señor nos perdona todos los pecados 1. Pero debe tenerse en cuenta que hay dos venidas de Jesucristo: la que ya se ha realizado y la que habrá de realizarse. La primera no fue para juzgar lo que nosotros habíamos hecho, sino para perdonarlo. Mas la segunda será no para perdonar sino para juzgar. Respecto de la primera dice: "No he venido para juzgar al mundo", porque es compasivo, no juzga, sino que antes perdona los pecados por medio del bautismo y después por la penitencia. Porque si no lo hubiera hecho así todos estarían perdidos, pues que todos pecaron y necesitan de la gracia de Dios ( Rom 34,23). Y para que alguno no creyese que podía pecar impunemente, habla de los castigos reservados a los que no creen: "Ya está juzgado" dijo antes. Mas el que cree en El no es juzgado. El que cree, dijo, no el que investiga. ¿Qué será, pues, si lleva una vida corrompida? Y con mayor razón, diciendo San Pablo que estos no son fieles. Dice, además: "Confiesan que conocen a Dios, y lo niegan con las obras" ( Tit 1,16); pero esto significa que el que cree no será juzgado, pero que sufrirá el castigo de sus obras; sin embargo no padecerá por causa de infidelidad.

Alcuino
Y el que cree en El y se identifica con El, como los miembros con la Cabeza, no será juzgado.

San Agustín, ut supra
Pero ¿qué esperabas que dijese del que no cree sino que será juzgado? Pero véase lo que dice: "Mas el que no cree ya ha sido juzgado". No se ha manifestado aún el juicio, pero ya ha sido realizado. Porque conoce el Señor a los que son suyos, conoce a los que perseverarán hasta obtener la corona y a los que serán contumaces hasta el fuego.


Crisóstomo, ut supra
Dice esto porque no creer en El es el suplicio del impenitente. Pues estar fuera de la luz, incluso en sí mismo, es el mayor castigo. O preanuncia lo que ha de suceder; porque así como quien mata a un hombre, aun cuando todavía no haya sido condenado por la sentencia del juez, está condenado por la misma naturaleza del crimen, asimismo el que es incrédulo, de la misma manera que murió Adán el mismo día en que comió el fruto prohibido. 

San Gregorio, Moralium 26, 24
En el último juicio algunos no serán juzgados y perecerán. De éstos se dice aquí: "El que no cree ya está juzgado", pues entonces no será discutida su causa, porque ya se presentarán delante del severo juez con la condenación de su infidelidad. Y los que conservan su profesión de fe, pero carecen de obras, serán mandados a padecer. Mas los que no conservaron los misterios de la fe no oirán la increpación del juez en su último examen, porque prejuzgados ya en las tinieblas de su infidelidad, no merecerán oír la reconvención de Aquél a quien despreciaron. Y sucede también que un rey de la tierra, o el que rige una república, castiga de diferente modo al ciudadano que delinque en el interior que al enemigo que se rebela en el exterior. En el primer caso obra según sus propias leyes; pero la guerra lo mueve contra el enemigo, vengándose con iguales desastres de su malicia, porque tampoco hay necesidad de aplicarle la ley al que nunca estuvo sujeta a ella. 

Alcuino
Y por qué está juzgado el que no cree, lo explica diciendo: "porque no cree en el nombre del Unigénito Hijo de Dios", pues sólo en el nombre de Este se encuentra la salvación. Dios no tiene muchos hijos que puedan salvar; sólo tiene a su Unigénito, que es por medio de quien salva. 

San Agustín, De peccat. mer. et remiss. cap. 1, 33
¿En dónde, pues, ponemos a los niños bautizados, sino entre los creyentes? Porque esto se les concede por virtud del sacramento y por la promesa de los padrinos. Y por esta razón colocamos a los que no están bautizados entre los que no han creído. 


"Mas este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo hombre que obra mal, aborrece la luz, y no viene a la luz para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que obra verdad, viene a la luz para que parezcan sus obras, porque son hechas en Dios". (vv. 19-21) 

Alcuino
Explica por qué no creyeron y por qué fueron condenados con justicia, diciendo: "Mas éste es el juicio: que la luz vino al mundo", etc.

Crisóstomo, ut supra
Como diciendo: ¿acaso ellos la buscaron o trabajaron para encontrarla? Esta luz vino a ellos, pero no la recibieron. Por eso sigue: "Y los hombres amaron más las tinieblas que la luz". Ahora los priva de toda excusa, porque vino a sacarlos de las tinieblas y a llevarlos a la luz. ¿Y quién merecerá el perdón de aquellos que no aceptaron esta luz?

Beda
Se llama a sí mismo luz Aquél de quien antes dijo el Evangelista: "Era la luz verdadera" ( Jn 1,9), llamando a la vez tinieblas a los pecados. 

Crisóstomo
Además, como creían algunos que era imposible lo que se había dicho y que ninguno que está en tinieblas honra a la luz, añade la causa porque sufren estas cosas, diciendo: "porque sus obras eran malas". Y si hubiese venido a juicio, esto tendría alguna razón de ser, porque el que conoce sus malas acciones acostumbra a huir del juez; pero los que faltaron deben buscar al que puede perdonarlos: era muy justo que todos aquellos que se reconocían reos de grandes pecados salieran al encuentro de Cristo, que venía a perdonar, como sucedió en muchos, porque los publicanos y los pecadores venían y se ponían a la mesa con Jesús. Pero como algunos son tan perezosos para trabajar en adquirir la virtud que quieren vivir en su malicia hasta el fin, para reprensión de éstos añade: "Porque todo hombre que obra mal, aborrece la luz", lo que se ha dicho especialmente de aquellos que prefieren vivir en la mala fe. 

Alcuino
"Porque todo hombre que obra mal aborrece la luz", esto es, el que permanece en el propósito de pecar. Porque a quien le agrada el pecado aborrece la luz que descubre el pecado.

San Agustín, Confess. 10, 23
Y como no quieren engañarse y sí engañar a los demás, estiman la luz cuando se presenta por sí misma y la aborrecen cuando la luz los pone a ellos de manifiesto. Por tanto los recompensa poniéndolos de manifiesto aun cuando ellos no quieran y sin que ellos la vean. También estiman la verdad cuando brilla, y la aborrecen cuando les arguye. Por esto sigue: "Y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas", etc.

Crisóstomo, ut supra
Ninguno reprende a aquel que vive en el paganismo porque adora a sus dioses y obra según sus creencias. Pero los que son de Jesucristo y viven mal son acusados por todos los que viven bien. Mas si son gentiles y viven bien, yo no lo he visto claramente; y no se me hable de aquellos que son humildes y buenos por naturaleza (porque esto no es virtud) sino de los que sostienen la lucha contra sus pasiones y viven sabiamente; pero no se encuentran tales. Y si el anuncio de la gloria y la amenaza del infierno y otras tantas razones, con dificultad sostienen a los hombres en la virtud, es difícil que la practiquen quienes no creen en nada de esto. Y si algunos aparentan ser virtuosos, esto lo hacen únicamente con el objeto de obtener popularidad. Por esta razón, cuando pueden ocultarse, no prescinden de sus malos deseos. ¿Y qué utilidad obtienen cuando alguno que es sobrio y no roba se hace esclavo de la vanagloria? Esto no es vivir bien. Y no obra mejor, sino mucho peor, el que fornica. Y si hay alguno que viva bien entre los gentiles, ello no obsta a lo que venimos diciendo, porque esto no sucede con frecuencia sino rara vez.

Beda
Moralmente hablando, prefieren mejor las tinieblas que la luz aquellos que persiguen y calumnian a sus predicadores, que les enseñan la verdad.
Prosigue: "Mas el que obra la verdad, viene a la luz", etc.

Crisóstomo, ut supra
Esto no lo dice refiriéndose a los primeros cristianos, sino únicamente a aquellos que, procedentes de los gentiles o de los judíos, se estaban preparando para merecer la fe. Manifiesta también que ninguno puede elegir entre el error y la verdad si antes no se marca a sí mismo el camino recto que ha de seguir. 

San Agustín, De peccat. mer. et remiss. cap. 1, 53
Aquél que viene al verdadero conocimiento dice que todas sus obras han sido hechas en Dios, porque conoce que su propia justificación no debe atribuirse a sus méritos, sino a la gracia de Dios. 

San Agustín, In Ioannem tract., 12
Mas si Dios encuentra todas las obras malas, ¿cómo es que algunos han conocido la verdad y han venido a la luz, esto es, a Cristo? Pero ya había dicho antes el Salvador que amaban más las tinieblas que la luz; allí es donde se encuentra la fuerza del argumento. Muchos estiman sus pecados, muchos otros lo confiesan. Dios acusa tus pecados, mas si tú los acusas, te unirás con Dios. Conviene que aborrezcas en ti tus malas acciones y ames en ti la gracia de Dios. El principio de las buenas obras consiste en la confesión de las malas, y obras bien en verdad porque no te halagas ni te complaces a ti mismo. Mas vienes a la luz porque el pecado mismo que te desagradó no te hubiera desagradado si Dios no te lo hubiese dado a conocer, y su verdad no hubiera brillado en ti. Alguno obra bien cuando hace una verdadera confesión. Y viene a la luz por medio de sus buenas obras cuando observa que disminuyen los pecados de su lengua, o de sus pensamientos, o de su inmoderación, respecto de las gracias concedidas. Porque muchos pecados leves, si se toman con descuido, matan. Pequeñas son las gotas que aumentan el caudal de un río, pequeños son los granos de arena; mas si se amontonan muchos granos, la arena comprime y oprime. Esto hace el descuido prolongado, porque da lugar a que los arroyos se desborden. Poco a poco entran por el agujero descuidado, pero entrando por mucho tiempo y no sacando el agua, ésta sumerge la nave. ¿Y qué quiere decir sacar fuera, sino hacer que desaparezcan los pecados por medio de las buenas obras, llorando, ayudando y perdonando?

Nota
1.-  Al final del peregrinar terreno.


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