martes, 16 de enero de 2018

Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sagrario 35 - ¿Podéis? - San Manuel González García

¿PODÉIS?
(Mt 20,22)


Lo que Él ve
Desde el Sagrario de mis abandonos veo pasar todos los días junto a mis iglesias a tantos y tantos hijos... No me miran, pero Yo sí los miro y los sigo con mi mirada a todas partes, por si alguna vez se les ocurre mirar, que se encuentren con mi mirada...
¡Pobrecillos! Veo en sus caras retratada la fatiga de un peso grande, largo, abrumador; aun en las caras de los que pasan riendo adivino la misma fatiga.
¡Claro! ¡Les pesa tanto la cruz! La enfermedad incurable, la escasez de recursos, el agobio de las deudas, los padecimientos de los seres queridos, las torturas de la maledicen-cia y de la calumnia, las comezones de la ambición, las fiebres de las pasiones, los remordimientos de los pecados, los mil contratiempos de la vida humana... ¡Pobrecillos!
¡Cuánto peso sobre hombros tan débiles!

Lo que nosotros veríamos

Y me digo cuando los veo pasar tan agobiados: ¡Si me miraran! ¡Si me miraran!, ¡qué bien nos entenderíamos!
Yo recogería la angustia de sus miradas como una oración y a la oración por mi conducto el Padre celestial se ha comprometido a decir siempre que sí, y ellos ¡qué bien pagados quedarían con lo que mi mirada les daría!
¡Cuidado! Yo no les quitaría siempre la cruz que llevan.
¡Hace tanta falta la cruz a esa carne pecadora y a ese espíritu soberbio para ganar el reino mío, que es reino de purificados y humildes!
Pero sin quitarles la cruz, ¡cómo se la haría llevadera, alegre, fecunda y santificadora!
¡Ah!, ¡si mis hijos los fatigados, los abrumados, se decidieran a volver sus ojos hacia mi Sagrario cada mañana al tomar de nuevo sobre sus hombros la carga del día!
¡Cómo cobrarían alientos al oír sin ruidos de palabras, pero con acento que les llegaría al alma, mi pregunta del Evangelio: ¿Podéis?...
Y ¡cómo fortalecidos con mi mirada y mi palabra, me responderían cada mañana: Podemos...!
Y ¡vaya si podrían!

Mirarlo a Él y que Él nos mire
¿No os gustaría esa ocupación?
¡Buscar quien me mire! ¡Buscarme cada día ojos de afligidos que se consuelen y me consolaran mirándome!
¡Qué! ¿No es muy de vuestro oficio de acompañantes míos procurarme a Mí miradas de angustiados y a éstos miradas de consolador?
Marías, Discípulos, por compasión a ellos y a Mí traed por las mañanas muchos afligidos al Sagrario a quien pueda Yo preguntar:

Y hoy, ¿podéis?...

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