domingo, 31 de diciembre de 2017

Meditaciones de navidad después de Epifanía 2 - San Alfonso María de Ligorio

Meditación de la presentación del niño Jesús en el templo
MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
Meditaciones para los días de la octava de la epifanía

Meditación II
De la presentación de Jesús al templo


Llegado el tiempo en que María, según la ley, había de ir a purificarse al templo, y presentar Jesús al Divino Padre, ved que se dirige allá juntamente con José.
Este toma las dos tortolillas que debían ofrecerle; y María toma su amado Niño, toma el Divino Corderito para ir a sacrificarle, en señal de aquel gran sacrificio que un día este mismo Hijo había de consumar sobre la cruz.
Considerad como la santa Virgen entre ya en el templo: hace la oblación de Jesús por parte del género humano, y dice: He aquí, o eterno Padre, vuestro amado Unigénito, que es vuestro Hijo, y también mío; yo os le ofrezco como víctima de vuestra Divina Justicia para aplacaros con los pecadores. Aceptadla, o Dios de misericordia, tened piedad de nuestras miserias; por amor de éste Cordero Inmaculado recibid en vuestra gracia a los hombres”.
Agregase a la oblación de María la de José; y el santo Niño dice también: “Aquí me tenéis, Padre mío, a Vos consagro toda mi vida: me habéis enviado al mundo para salvarlo con mi sangre. Hela, y a mí todo; a Vos me ofrezco por el rescate del linaje humano.”
Se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y hostia a Dios. Ef. 5, 2
Ningún sacrifico fue jamás tan acepto a Dios, cuanto lo fue este que le hizo entonces su amado Hijo, víctima y sacerdote desde niño. Si todos los hombres y todos los Ángeles hubiesen ofrecido sus vidas, no hubiera sido ciertamente su oblación tan apreciable a Dios como lo fue esta de Jesucristo, pues que en este solo ofrecimiento al eterno Padre recibió un honor infinito y una satisfacción infinita. Habiendo pues, Jesús ofrecido la vida al Eterno Padre por nuestro amor, justo es que nosotros le ofrezcamos también la nuestra, y todo lo que somos. Esto es lo que él mismo desea, como significó a la beata Ángela de Foligno diciéndole: “Yo me he ofrecido por ti, a fin de que tú te ofrezcas por mí”.

sábado, 30 de diciembre de 2017

Meditaciones de navidad después de Epifanía 1 - San Alfonso María de Ligorio

Meditación de la adoración de los Magos
MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
Meditaciones para los días de la octava de la epifanía

Meditación I

De la adoración de los Magos


Nace Jesús pobre en un establo; y si bien le reconocen los Ángeles del cielo, los hombres de la tierra lo dejan abandonado. Solos unos pocos pastores vienen a visitarle. Más el Redentor quiere comenzar ya a comunicar la gracia de su redención, y por esto se manifiesta primero a los gentiles que le conocían menos.
Á este fin ilumina por medio de una estrella a los santos Magos, para que vengan a adorar a su Salvador. Este fue el principio y lo sumo de los favores hechos a nosotros, el llamamiento a la fe, al que siguió el de la gracia, de la cual los hombres estaban privados.
Ved los Magos, que sin tardanza se ponen en viaje; la estrella los acompaña hasta la cueva en donde está el santo Niño. Llegado que hubieron, entran, y ¿qué hallan?
Encuentran una pobre doncella y un pobre niño cubierto de míseros pañales, sin nadie que le corteje y asista. Pero ¡ah! Que al entrar en aquella gruta los santos viajeros, sienten un gozo nunca experimentado; sienten el corazón hacia aquel amado Niño que ven; aquellas pajas, aquella pobreza, aquellos vagidos de su pequeñuelo Salvador, ¿oh para los corazones iluminados!
El Niño les muestra un rostro alegre, y esta es la señal del afecto con que los acepta entre las primeras prendas de la redención. Miran después los santos Reyes a María, la cual no habla.
Permanece en silencio; más en su rostro bienaventurado que respira la dulzura del paraíso los acoge expresiva, y les da las gracias de haber venido los primeros a reconocer a su Hijo, que era para ellos su soberano.
Contemplad como ellos le adoran, aunque en silencio por reverencia, le honran como a su Dios al besarle los pies, y ofrecen sus dones de oro, de incienso y de mirra.
Adoremos nosotros con los santos Magos a nuestro pequeñito Rey Jesús y ofrezcámosle todos nuestros corazones.

viernes, 29 de diciembre de 2017

Meditaciones navidad San Alfonso María de Ligorio 11 - De la pobreza del niño Jesús

Meditación de la pobreza del Niño Jesús
MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
Para Natividad hasta la Epifanía.
Meditación XI

De la pobreza del niño Jesús


¡Oh Dios! ¿Quién no compadecería si viese un príncipe hijo de un monarca, nacido tan pobre, que hubiese de albergarse en una cueva húmeda y fría, sin tener lecho ni criados, ni fuego, ni ropas bastantes para calentarlo? ¡Ah Jesús mío! Vos sois, pues, el Hijo del Señor del cielo y de la tierra, Vos sois el que en esta gruta no tenéis otra cosa que un pesebre por cuna, paja por lecho, y unos pobres pañales para cubriros.
Los ángeles están a vuestro rededor para alabaros, pero en nada socorren vuestra pobreza. Redentor mío, cuanto más pobre sois más amable os hacéis, habiendo a este fin abrazado tanta pobreza.
Si nacierais en una habitación regia, si tuvieseis una cuna de oro, si os asistiesen los primeros grandes de la tierra, os atraeríais de los hombres mayor respeto, pero menos amor.
Más ahora esta gruta en que os albergáis, estos viles pañales que os cubren, esta paja que os sirve de cama, este pesebre que es vuestra cuna, ¡Oh! Y como atraen a Vos nuestros corazones, siendo así que os habéis hecho tan pobre para haceros a nosotros mas amable!
“Cuanto por mi más abatido, tanto para mí más amado”, dice San Bernardo.
Os habéis hecho pobre, para enriquecernos con vuestra pobreza, según lo que nos enseña san Pablo: Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza. 2Cor. 8, 9.
En efecto la pobreza de Jesucristo fue para nosotros una gran riqueza; pues que ella nos mueve a adquirirnos los bienes del cielo, despreciando los de la tierra.
¡Ah Jesús mío! esta vuestra pobreza ciertamente ha llevado a muchos Santos a dejarlo todo, riquezas, honores y reinos para ser pobres con Vos. Ea pues, Salvador mío, desprendedme también del afecto a los bienes de la tierra, para que se hecho digno de adquirir vuestro santo amor, y de esta manera poseer a Vos, bien infinito.

jueves, 28 de diciembre de 2017

Los Santos Inocentes - Himnos de la liturgia



Oficio de lectura

Tanto al tirano le place
hacer de su orgullo ley,
que por deshacer a un Rey
un millar de reyes hace.

Por matar a un enemigo
siembra de sangre Belén,
y en Belén, casa del trigo,
no muere un Rey, nacen cien.

Y así su cólera loca
no puede implantar su ley,
pues quiere matar a un Rey
y corona a cuantos toca.

La furia del mal así
no puede vencer jamás,
pues, cuando me hiere a mí,
estás tú, Señor, detrás.

Sagrada Familia (ciclo b) Catena Aurea

Lucas 2,22-40
Cumplido asimismo el tiempo de la purificación de la Madre, según la ley de Moisés, llevaron al Niño a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que nazca el primero será consagrado al Señor: y para presentar la ofrenda de un par de tórtolas o dos palominos, como está también ordenado en la ley del Señor.
Había a la sazón en Jerusalén un hombre justo y temeroso de Dios, llamado Simeón, el cual esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo moraba en él. El mismo Espíritu Santo le había revelado que no había de morir antes de ver al Cristo ungido del Señor. Así vino inspirado de El al templo. Y al entrar sus padres con el niño Jesús para practicar con El lo prescrito por la ley, tomándole Simeón en los brazos.
Bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, sacas en paz de este mundo a tu siervo, según tu palabra, porque han visto ya mis ojos al Salvador que nos has dado, al cual tienes destinado para que, expuesto a la vista de todos los pueblos, sea la brillante, que ilumine a los gentiles, y la gloria de tu pueblo de Israel".
Su padre y su Madre escuchaban con admiración las cosas que de El se decían. Y los bendijo Simeón, y dijo a María, su Madre: "Este niño que ves está destinado para ruina y para resurrección de muchos en Israel y para ser el blanco de la contradicción, lo que será para ti misma una espada que traspasará tu alma, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones".
Vivía entonces una profetisa, llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, que era ya de edad muy avanzada, y la cual, casada desde la flor de ella, vivió con su marido siete años; y habíase mantenido viuda hasta los ochenta y cuatro de edad, no saliendo del templo, y sirviendo en él a Dios día y noche con ayunos y oraciones. Esta, pues, viniendo a la misma hora, alababa igualmente al Señor, y hablaba de El a todos los que esperaban la redención de Israel.
Jesús y María, cumplidas todas las cosas ordenadas en la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Entre tanto el Niño iba creciendo y fortaleciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia del Señor estaba en El.


 
Cumplido asimismo el tiempo de la purificación de la Madre, según la ley de Moisés, llevaron al Niño a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que nazca el primero será consagrado al Señor: y para presentar la ofrenda de un par de tórtolas o dos palominos, como está también ordenado en la ley del Señor. (vv. 22-24) 

San Cirilo
Después de la circuncisión se espera todavía el tiempo de la purificación, por lo que dice: "Cumplido asimismo el tiempo de la purificación de la Madre, según la ley", etc.

Beda
Si examinamos detenidamente las palabras de la ley, hallaremos ciertamente que la misma Madre de Dios, como no había concebido por obra de varón, no estaba obligada al precepto legal. Porque no era considerada como inmunda toda mujer que alumbrase, sino sólo aquélla que alumbrase por obra de varón, por lo cual se distinguía aquella que había concebido y dado a luz siendo virgen. Pero, para que nosotros nos viésemos libres del yugo de la ley, María, como Cristo, se sometió espontáneamente a ella. 

Tito Bostrense
Por eso dice claramente el evangelista que se cumplió el tiempo de la purificación, según la ley. Y en verdad que no tenía necesidad la Santísima Virgen de esperar los días de su purificación, porque, habiendo concebido por obra del Espíritu Santo, se vio libre de toda mancha.
Prosigue: "Llevaron al Niño a Jerusalén, para presentarlo al Señor".

Meditaciones para navidad San Alfonso María de Ligorio 10 - De las ocupaciones del niño en el establo de Belén

Meditación de las ocupaciones del niño en el establo de Belén
MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
Para Natividad hasta la Epifanía.

Meditación X

De las ocupaciones del niño en el establo de Belén




Dos son las principales ocupaciones de un solitario, orar y hacer penitencia. Ved, pues, a Jesús, que en la cueva de Belén nos da ejemplo de ellas.
En el pesebre, elegido por su oratorio en la tierra, no deja de rogar y de amar y de suplicar. Antes de éste tiempo la Majestad divina, si bien había sido adorada de los hombres y de los Ángeles, no obstante nunca había recibido de estas criaturas aquel honor que le dió Jesús aún niño al adorarla en el establo donde nació.
¡Cuán bellos, pues, y perfectos eran los actos de amor que el Verbo encarnado dirigía al Padre en su oración!
El Señor había intimado a los hombres el precepto de amarle con todo el corazón y con todas las fuerzas; pero este mandato jamás había sido cumplido perfectamente por ningún hombre.
Entre las mujeres, la primera en llenarlo fue María, y entre los varones el primero fue Jesucristo, que lo ejecutó de una manera inmensamente mayor que María. Fríos podrían decírselos Serafines respecto del amor de este santo Niño.
Aprendamos, pues, del mismo a amar a nuestro Dios como se debe, y supliquémosle que nos comunique una centella de aquel amor purísimo con el cual amaba a su Divino Padre en el establo de Belén.
¡Oh! ¡y que bellos, perfectos y caros eran a Dios los ruegos del infante Jesús! Pedía en todo tiempo y momento al Padre, y sus peticiones todas se dirigían en nuestro favor, y por cada uno de nosotros. Las gracias que cualquiera ha recibido del Señor, como el ser llamado a la verdadera fe, esperado a penitencia, las luces, el dolor de los pecados, el perdón, los santos deseos, las victorias en las tentaciones, y todos los otros actos buenos que hemos hecho y haremos de confianza, de humildad, de acción de gracias, de ofrecimiento y de resignación, todo nos lo ha alcanzado Jesús, y todo ha sido efecto de las oraciones de Jesús.
¡Cuánto, pues, le debemos! ¡Cuántas gracias debemos por ello darle, y cuánto amarle!

miércoles, 27 de diciembre de 2017

San Juan Apóstol y Evangelista - Himnos de la liturgia



Oficio de lectura

Custodio virgen de la Virgen Madre,
fiel pregonero del divino Verbo,
que laves, Juan, sus manchas y pecados
piden tus siervos.

Río impetuoso de perenne fuente,
riegas el mundo por el sol sediento,
brindándole la ciencia que aprendiste
del propio Verbo.

Implora la piedad por nuestras culpas,
tú, prez del mundo; resplandor del cielo,
da poder penetrar los que enseñaste,
santos misterios.

Tú penetras del Padre en el arcano,
al escribir la fe de tu evangelio,
haznos, buen guía, que al Señor veamos
allá en el cielo.

La Eucaristía se sembró en Belén (Navidad y Eucaristía) - San Pedro Julián Eymard

HODIE PARVULUS NATUS EST NOBIS.
“HOY NOS HA NACIDO UN NIÑO.” (ISA. IX, 6.)


¡Qué fiesta tan amable la del Nacimiento del Salvador! La saludamos siempre con regocijo. Revive por nuestro amor y se continúa en la Eucaristía. Las relaciones entre Belén y el Cenáculo son inseparables, completándose mutuamente. Ya vamos a estudiarlas ahora.

PRIMERO
La Eucaristía se sembró en Belén. ¿Qué es la Eucaristía sino el trigo de los elegidos, el pan vivo? Ahora bien, el trigo se siembra; se necesita que se deposite en la tierra, que germine, que madure, hasta que, una vez segado, se muele para hacer de él pan nutritivo.
Al nacer hoy sobre la paja del establo, el Verbo divino preparaba su Eucaristía, que Él consideraba en todos sus misterios como complemento de los mismos. El venía a unirse al hombre: durante su vida había de establecer con Él la unión de gracia, de ejemplos y de méritos; pero sólo en la Eucaristía había de consumar la unión más perfecta de que el hombre es capaz aquí en la tierra. No debemos perder de vista este pensamiento divino, este objeto que se propuso Jesucristo Nuestro Señor, si queremos comprender el plan divino: unión de gracia por los misterios de su vida y muerte; unión de cuerpo y persona en la Eucaristía, preparando una y otra la consumación de la unidad en la gloria.
Así como el viajero que se ha propuesto un fin determinado no lo pierde jamás de vista, y todos sus pasos se dirigen a la consecución de este fin, así Jesús, durante toda su vida, preparaba en secreto y por adelantado la Sagrada Eucaristía.
Ese trigo celestial es como sembrado en Belén, casa de pan; vedle sobre la paja; esta paja está pisoteada, destrozada, representa a la pobre humanidad; esta paja es estéril de suyo; Jesús la levantará de nuevo, le devolverá la vida y la hará fecunda: Nisi granum frumenti cadens in térra: ved ya sembrado ese grano divino. Sus lágrimas son la humedad que lo hará germinar, y llegará a ser hermoso. Belén se halla situado sobre una colina que mira a Jerusalén. Cuando esta espiga esté madura, se inclinará hacia el Calvario, donde será molida y sometida al fuego del sufrimiento para que se convierta en Pan vivo.
Los reyes irán a comer de este Pan, y hará sus delicias: Panis Aser, deliciae regnum. Pan que conviene para las bodas reales del Cordero: Currunt Magi ad regales nuptias. Los Magos en este pasaje representan las almas reales y dueñas de sí mismas, que se alimentan hoy de dicho Pan en el Sacramento.
Las relaciones del nacimiento del Salvador en Belén con la Eucaristía considerada como Sacramento, se encuentran también considerando la Eucaristía como Sacrificio.

Meditaciones para navidad San Alfonso María de Ligorio 9 - De la soledad de Jesús en el establo

Meditación de la soledad de Jesús en el establo
MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
Para Natividad hasta la Epifanía

Meditación IX

De la soledad de Jesús en el establo


Jesús, al nacer, quiso elegir para su retiro y oratorio el establo de Belén; y a este fin dispuso que su nacimiento fuese fuera de la ciudad, en una cueva solitaria, para insinuar su amor a la soledad y al silencio.
Todo esto respira aquella gruta. Entremos en ella, y hallaremos a Jesús que calla recostado sobre la paja; a María y José, que le adoran y contemplan en silencio.
Fue revelado a sor Margarita del Santísimo Sacramento, llamada la Esposa del niño Jesús, que cuanto pasó en la gruta de Belén, aún la visita de los pastores y la adoración de los santos Magos, fue sin hablar palabra.
Esto que en los otros niños es impotencia, en Jesucristo fue virtud. No habla Jesús, pero ¡Cuánto dice con su silencio!
¡Oh! Dichoso el que se entretiene con Jesús, María y José en ésta santa soledad del pesebre! Los pastores con solo haber sido admitidos allí un poco de tiempo, salieron todos inflamados de amor hacia Dios, pues que no hacían otro, sino alabarle y bendecirle.
¡Oh! ¡feliz aquella alma que se encierra en la soledad de Belén, a contemplar la divina misericordia, y el amor que Dios ha tenido y tiene a los hombres!
La llevaré a la soledad, y hablarle a su corazón, le dice el Señor por Oséas. Oseas 2, 14. Allí el Divino Infante no le hablará al oído, si al corazón, invitándola a amar a su Dios, que tanto la ama. Al ver la pobreza de aquel solitario, que se está en una cueva fría, sin fuego, sirviéndose de un pesebre por cuna, y de un poco de heno por lecho: al oír los vagidos, al mirar las lágrimas de este inocente Niño, y al considerar que Él es su Dios, ¿cómo es posible pensar en otro que en amarlo? ¡Oh! ¡qué dulce retiro es para un alma que tiene fe el establo de Belén!
Imitemos también a María y José, que inflamados de amor perseveran en contemplar al gran Hijo de Dios, vestido de carne, y sujeto a las miserias humanas; el sabio, reducido a un parvulito que no habla: el grande, hecho chiquito; el excelso, de tal modo abatido: el rico, hecho tan pobre; el omnipotente, débil; en suma, considerando la majestad divina oculta bajo la forma de un pequeñito niño despreciado y abandonado del mundo, y que todo lo hace y padece, para hacerse amable a los hombres, ruégale que te admita en este santo retiro.
Enciérrate y permanece allí, y no te separes más de él. ¡Oh soledad! en la que Dios habla y conserva son sus amadas almas, no como soberano, sino como amigo, hermano y esposo
¡Oh! ¡qué paraíso conservar de solo a solo con Jesús niño en la grutilla de Belén!

martes, 26 de diciembre de 2017

La Liturgia en el pensamiento teológico de Joseph Ratzinger / Benedicto XVI -. Card. Gerhard Ludwig Müller

Λογική λατρεία

UN CULTO CONFORME AL LOGOS DIVINO
La Liturgia en el pensamiento teológico
de Joseph Ratzinger / Benedicto XVI
Mons. Gerhard Ludwig Müller
Madrid, 28 de enero de 2013


Tras el domingo de Cuasimodo del año 1956 en el que fui invitado por primera vez a la mesa del Señor, cuatro chicos del grupo de primera comunión – entre ellos yo – fuimos llamados a la casa parroquial.
Allí estábamos, nerviosos, de pie en la sala de espera en la que entró, vestido con traje talar, el párroco Philipp Heinrich Lambert, un sacerdote digno y concienzudo de la vieja escuela, para comunicarnos una decisión irrevocable. Nos había estado observando de cerca durante las clases de catequesis. Y dado que todos procedíamos de familias católicas, éramos los elegidos para ser monaguillos ese año. Nos pidió que fuéramos conscientes de tan alta vocación y realizáramos nuestro servicio al altar con devoción y lealtad.
Lo primero era, sin embargo, adquirir práctica como portadores de velas primero y de estandartes después, aprendiendo el comportamiento correcto en el altar. Sólo cuando estuviéramos en condiciones de dar sin titubeos las respuestas en latín de las oraciones ante las gradas y hubiéramos aprendido de memoria el Suscipiat podíamos “servir al altar”. “Servir al altar” significaba representar al pueblo a través de las respuestas en latín, trasladar el misal del lado de la epístola al lado del Evangelio, llevarle al sacerdote el vino y el agua para el ofertorio y sonar las campanillas durante la consagración y antes de la sagrada comunión para de este modo llamar a los fieles a la adoración más profunda de nuestro Señor Jesucristo. Pues, en su inmenso amor hacia nosotros, hace presente su sacrificio en la cruz, y en la comunión se da, de una forma oculta pero real, con su cuerpo y su sangre como comida y bebida para la vida eterna. La espiritualidad del servicio al altar se cristalizaba en nuestra actitud a través de las primeras palabras de la misa y las frases aprendidas en latín: Introibo ad altare Dei – ad Deum qui laetificat juventutem meam.
En ellas se expresa la experiencia de tener la Iglesia como patria espiritual. Dios es el origen y la meta de mi vida. Desde su infancia, un monaguillo solícito se forma una idea de las múltiples situaciones pastorales y experiencias vitales humanas. Está presente en bautizos, entierros, bodas, unciones extremas y comuniones a enfermos. Crece en el seno de la parroquia y pasa a formar parte de la vida de la Iglesia de tal modo que el sensus fidei, el sentir con y pensar con la Iglesia, constituye la configuración decisiva de la propia existencia. Allí donde se experimenta de forma palpable el poder auxiliador y edificante de la gracia de Dios que en Jesucristo se nos ha acercado de un modo insuperable, allí no hay duda que pueda corroer la certeza de la fe en que Dios mismo y sólo ÉL es y siempre será la respuesta a la pregunta que el hombre es para sí mismo durante toda su existencia finita, que siempre anhela la eternidad. Desde mi más tierna infancia lo que asocio con la celebración eucarística es la experiencia de la majestas divina – pero precisamente en la forma del amor hacia el Jesús crucificado y de la alegría sobre su Resurrección de entre los muertos, que también nos da nosotros la esperanza para la vida eterna.

San Esteban cuyo nombre significa corona - Benedicto XVI

FIESTA DE SAN ESTEBAN PROTOMÁRTIR

BENEDICTO XVI
ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Lunes 26 de diciembre de 2011


Queridos hermanos y hermanas:
Al día siguiente de la solemne liturgia del Nacimiento del Señor, hoy celebramos la fiesta de san Esteban, diácono y primer mártir de la Iglesia. El historiador Eusebio de Cesarea lo define el «mártir perfecto» (Die Kirchengeschichte V, 2, 5: GCS II, I, Lipsia 1903, 430), porque está escrito en los Hechos de los Apóstoles: «Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo» (6, 8). San Gregorio de Nisa comenta: «Era un hombre honrado y lleno de Espíritu Santo: con su bondad de alma cumplía el encargo de alimentar a los pobres, y con la libertad de palabra y la fuerza del Espíritu Santo cerraba la boca a los enemigos de la verdad» (Sermo in Sanctum Stephanum II: GNO X, I, Leiden 1990, 98). Hombre de oración y de evangelización, Esteban, cuyo nombre significa «corona», recibió de Dios el don del martirio. De hecho, «lleno de Espíritu Santo (...) vio la gloria de Dios» (Hch 7, 55) y mientras lo apedreaban oraba: «Señor Jesús, recibe mi espíritu» (Hch 7, 59). Luego, cayendo de rodillas, suplicaba el perdón para sus acusadores: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado» (Hch 7, 60). Por eso la Iglesia oriental canta en los himnos: «Para ti las piedras se convirtieron en peldaños y escaleras para subir al cielo (...) y te uniste jubiloso a la reunión festiva de los ángeles» (MHNAIA t. II, Roma 1889, 694.695).

Meditaciones para la octava de navidad San Alfonso María de Ligorio 8 - Del Nombre de Jesús

Meditación del nombre de Jesús para rezarla el 1 de enero 
MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
Para la octava de Natividad hasta la Epifanía.
Meditación VIII

Del Nombre de Jesús


El nombre de Jesús es nombre divino, anunciado a María de parte de Dios por el arcángel san Gabriel; y por esto dijo san Pablo, que era nombre sobre todo nombre, en el que solamente se halla la salvación.
Este nombre es comparado por el Espíritu Santo al aceite, por la razón, dice san Bernardo, de que así como el aceite es luz y comida, y también medicina; así el nombre de Jesús es luz para el entendimiento, alimento para el corazón y medicina para el alma.
Es luz para el entendimiento, pues con este nombre se convirtió el mundo, sacándole de las tinieblas de la idolatría a la luz de la fe. Nosotros que hemos nacido en estas regiones, donde antes de la venida de Jesucristo todos nuestros antepasados eran gentiles, seríamos aún tales, si no hubiese venido el Mesías a iluminarlos.
¡Cuánto, pues, debemos agradecer a Jesucristo el don de la fe! Y ¿qué sería de nosotros en el África o en América, entre herejes o cismáticos? El que no cree, está perdido; y verosímilmente del mismo modo nos hubiésemos perdido nosotros.
Es también el nombre de Jesús el alimento que nutre nuestros corazones; porque él nos recuera lo que Jesús ha hacho por salvarnos. De aquí es que nos consuela este nombre en las tribulaciones, nos da fuerza para andar por el camino de la salvación, nos anima en las desconfianzas, nos enciende para amar, recordando lo que ha padecido nuestro Redentor por salvarnos.
Este nombre, finalmente, es medicina para el alma, haciéndola fuerte contra las tentaciones de nuestros enemigos.
Tiembla el infierno, y huye al invocar este santo nombre, según aquello que dice el Apóstol: En el nombre de Jesús se dobla toda rodilla de los que están en el cielo, en la tierra y en los infiernos. Filipenses 2, 10.
El que es tentado y llama a Jesús, no cae, y quién siempre le invocare no caerá y será salvo, según la palabra del salmo: Invocaré al Señor alabándole: y seré salvo de mis enemigos. Sal. 18, 4
Y ¿quién, que siendo tentado le ha invocado, se ha perdido jamás? Se pierde el que no le invoca en su ayuda, o quién persistiendo la tentación deja de invocarle.

Meditaciones para la octava de navidad San Alfonso María de Ligorio 7 - De Jesús que llora

Meditación de Jesús que llora 
para rezarla el 31 de diciembre.
MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
Para la octava de Natividad hasta la Epifanía

Meditación VII

De Jesús que llora


Las lágrimas del niño Jesús fueron muy diferentes de los otros niños que nacen. Estos lloran por dolor, Jesús no, sí que llora por compasión de nosotros y por amor, según san Bernardo. Gran señal de amor, es el llorar. Esto precisamente decían los judíos, luego que vieron al Salvador llorar en la muerta de Lázaro. Ved cómo le amaba Jn. 11.
Los mismo podían decir los ángeles, mirando las lágrimas que derramaba Jesús niño: Ecce quomodo amat Vos. Ved cómo nuestro Dios ama a los hombres, cuando por amor de ellos le vemos hecho hombre y niño llorando. Lloraba Jesús, y ofrecía al Padre sus lágrimas, para alcanzarnos el perdón de los pecados.
Aquellas lágrimas, dice san Ambrosio, lavaron mis delitos. Él con sus vagidos y lloros pedía piedad para nosotros condenados a muerte eterna; y así aplacaba la indignación de su padre. ¡Oh! Y cómo sabían las lágrimas de este Niño perorar en favor nuestro! ¡Oh! ¡cuán preciosos fueron ellas para Dios!
Entonces fue cuando el Padre hizo publicar por los ángeles, que él ya hacia paz con los hombres, y los recibía en su gracia: Et in terra pax hominibus bonoe voluntatis.
Lloró Jesús por amor, pero también por dolor, al ver que tantos pecadores, aún después de tantas lágrimas y sangre derramadas por la salud de ellos, habían de seguir despreciando su gracia.
Ahora bien, pues, ¿quién será tan duro, que viendo llorar a un Dios niño por nuestras culpas, no llore el también, y no deteste aquellos pecados que tanto han hecho llorar a éste amante Señor?¡Ah! No aumentemos más penas a este Niño inocente; consolémosle sí, uniendo nuestras lágrimas con las suyas; ofrezcamos a Dios las lágrimas de su Hijo, y roguémosle a que por ellas nos perdone.

lunes, 25 de diciembre de 2017

Cosas católicas 11 - El Santo Rosario

Meditaciones para la octava de navidad San Alfonso María de Ligorio 6 - De Jesús que duerme

Meditación de Jesús que duerme 
para rezarla el 30 de diciembre.
MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
Para la octava de Natividad hasta la Epifanía.

Meditación VI

De Jesús que duerme


Muy escasos y penosos eran los sueños del niño Jesús. Un pesebre era su cuna, de paja el lecho, de paja también la almohada. Con lo que frecuentemente era interrumpido el sueño de Jesús, por la dureza de aquella tormentosa camilla, y por el rigor del frío que hacía en aquella gruta.
No obstante, de cuando en cuando, vencida la naturaleza la necesidad, se dormía el precioso Niño entre aquellas penalidades.
Pero los sueños de Jesús se diferenciaban mucho de los de los otros niños, a quienes son útiles en cuanto a la conservación de la vida, mas no en cuanto a las operaciones del alma, porque esta, privada de los sentidos, no obra entonces.
No fueron así los sueños de Jesucristo: “Yo duermo y mi corazón vela”.
Descansaba el cuerpo, pero velaba el alma, estando a Jesús unida la persona del Verbo, que no podía dormir ni ser soportada por los sentido.
Dormía el santo Niño, y mientras tanto pensaba en todas las penas que debía padecer por amor nuestro en toda su vida y en su muerte.
Pensaba en los trabajos que debía padecer, así en Egipto como en Nazareth, con una vida tan pobre y despreciada. Pensaba después particularmente en los azotes, en las espinas en las ignominias, en las agonías, y en aquella desolada muerte que había de padecer por fin sobre la cruz.
Todo lo cual Jesús durmiendo lo ofrecía al Eterno Padre, para alcanzarnos el perdón y la salvación. Así que nuestro Salvador en tal estado merecía para nosotros y aplacaba al Eterno Padre, de quién nos alcanzaba las gracias. Roguemos, pues, ahora que por el mérito de sus bienaventurados sueños nos libre del mortífero de los pecadores, quienes duermen miserablemente en la muerte del pecado, olvidados de su Dios y de su Amor.
Pidámosle que en cambio nos dé el feliz sueño de la Esposa de los Cantares, acerca de la que nos advierte el mismo: No levantéis ni hagáis despertar a la amada, hasta que ella quiera.
Tal es aquel sueño que Dios concede a las almas que ama; el cual no es otro, como dice San Basilio, sino un olvido total de todas las cosas, que se consigue cuando el alma se aparta de todo lo terreno, por atender sólo a Dios y lo que se dirige a su gloria.

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