miércoles, 20 de agosto de 2014

Exhortación para invocar a María - San Bernardo de Claraval

Y el nombre de la Virgen era María (Lc, 1, 27). Hablemos un poco de este nombre que significa, según se dice, Estrella del Mar, y que conviene maravillosamente a la Virgen Madre. ... Ella es verdaderamente esta espléndida estrella que debía levantarse sobre la inmensidad del mar, toda brillante por sus méritos, radiante por sus ejemplos.

¡Oh tú, quienquiera que seas, que te sientes lejos de la tierra firme, arrastrado por las olas de este mundo, en medio de borrascas y tempestades, si no quieres zozobrar, no quites los ojos de la luz de esta estrella!

Si el viento de las tentaciones se levanta, si el escollo de las tribulaciones se interpone en tu camino, mira a la estrella, invoca a María.

Si eres balanceado por los oleajes del orgullo, de la ambición, de la maledicencia, de la envidia, mira la estrella, invoca a María.

Si la cólera, la avaricia, los deseos impuros, sacuden la frágil embarcación de tu alma, levanta los ojos a María.

Si perturbado por el recuerdo de la enormidad de tus crímenes, confuso a la vista de las torpezas de tu conciencia, aterrorizado por el miedo del juicio, comienzas a dejarte arrastrar por el torbellino de la tristeza, a despeñarte en el abismo del desespero, piensa en María.

Que su nombre nunca se aparte de tus labios, jamás abandone tu corazón; y para alcanzar el socorro de la intercesión de Ella, no tomes con negligencia los ejemplos de su vida.

 Siguiéndola, no te extraviarás; rezándole no desesperarás; pensando en Ella evitarás todo error.

Si Ella te sustenta, no caerás; si Ella te protege, nada tendrás que temer; si Ella te conduce, no te cansarás; si Ella te es favorable, alcanzarás el fin.

Y así verificarás por tu propia experiencia con cuánta razón fue dicho: “Y el nombre de la Virgen era María”.

 

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