jueves, 5 de junio de 2014

Máximas de San Juan Bosco sobre la confesión

CONFESIÓN
 

·        Se puede variar, sin escrúpulo, de confesor, en caso de haber cambiado de domicilio o cuando no se puede acudir a él sin grave incomodidad, o por enfermedad, o por razón de la mucha concurrencia de penitentes que él pueda tener en las grandes solemnidades.

 

·        Si alguien, repasando su vida anterior, recordase que ocultó algún pecado en sus confesiones, o tuviere la más leve duda acerca  de la validez de alguna de ellas, le aconsejo con el mayor encarecimiento: Amigo, por amor de Jesucristo y por la preciosa Sangre que derramó para salvar tu alma, te suplico que arregles el estado de tu conciencia en la primera oportunidad en que te acerques a confesarte, exponiendo con sinceridad todo lo que inquieta tu alma como si te hallases en el momento de la muerte.

 

·        Os aseguro que cuanto más sinceros seáis con el confesor, más aumentará su confianza hacia vosotros y con tanto mayor acierto podrá aconsejaros y advertiros lo que considere más necesario y oportuno para el bien de vuestra alma.

 

·        Si vuestra conciencia tuviera algo que no se atreva a comunicar al confesor ordinario, acudid a otro, antes que cometer un sacrilegio.

 

·        Me acercaré al Sacramento de la Penitencia cada ocho días y procuraré practicar los propósitos que haré en la confesión.

 

·        Jóvenes míos, recordad que el confesor es un padre que desea ardientemente haceros todo el bien posible y alejaros del mal.

 

·        Frecuentad a menudo a vuestro confesor, rogad por él y seguid sus consejos.

 

 

·        No os dejéis engañar nunca por el demonio callando por vergüenza algún pecado en la confesión. Yo os aseguro, jóvenes muy amados, que mi mano tiembla al trazar estos renglones ante el solo pensamiento de que gran número de cristianos se pierden eternamente por no haber declarado con sinceridad sus pecados en la confesión.

 

·        Si no sabes cómo explicarte, basta que sugieras a tu confesor que hay algo en tu vida pasada que te tiene pesaroso e intranquilo. El confesor no necesita más; tú sigue sus disposiciones y ten la seguridad de que todo quedará arreglado.

 

·        Si no tenéis un confesor fijo en quien depositar vuestra confianza, os falta el amigo del alma.

 

·        Si encuentras un confesor apropiado a las necesidades de tu alma, no cambies sin necesidad.

 

·        A lo que más importancia se debe dar es a las prácticas de piedad. Vayamos con frecuencia a confesarnos. Acerquémonos especialmente a la Santa Comunión, que es la que debe alimentarnos toda la vida; dediquémonos a hacer obras buenas, cumpliendo así nuestros deberes y visitemos a menudo al Santísimo Sacramento en la iglesia.

 

·        Para volar al Cielo necesitamos dos alas: la confesión y la comunión. ¿Queréis entrar al cielo? La Confesión es la cerradura, la llave es la confianza en el confesor. Este es el medio para abrir las puertas del paraíso.

 

·        Dios detesta el pecado y aborrece a quien lo comete, pero... su bondad y misericordia es sin límites.

 

·        Ante todo, os recomiendo que pongáis cuanto esté de vuestra parte para no caer en pecado; pero si por desgracia cometéis alguno, no deis oído al demonio tentador que os invita a que lo ocultéis en la confesión.

 

·        El confesor ha recibido de Dios el poder para perdonar todos los pecados, cualquiera que sea su número y calidad. Cuanto más graves sean vuestras culpas, mayor será su gozo; porque sabe que es mucho más grande la divina Misericordia que por su conducto os concede el perdón y aplica los méritos infinitos de la preciosa Sangre de Jesucristo, con lo que puede lavar todas las manchas de vuestra alma.

 

·        No temáis perder la estimación del confesor comunicándole las faltas graves ni que él haya de revelarías a otros, porque el confesor, ni por todo el oro del mundo ni aún para salvar su propia vida, puede utilizar o servirse de lo que haya oído en la confesión, ni comunicarlo a persona alguna.

 

·        Confiad también en las oraciones de vuestro confesor, que todos los días pide a Dios en la Santa Misa, que conceda a sus penitentes la gracia necesaria para que sus confesiones sean buenas, y la perseverancia en el bien. Y en justa correspondencia de caridad, rogad vosotros por él.

 

·        Las confesiones que no dan fruto, no son buenas.

 

·        El mejor método para tener éxito en la educación consiste en saber hacer buenas confesiones.

 

·        Que cada confesión sea tan sincera como si fuese la última de vuestra vida.

 

·        El Señor nos asegura que al escuchar la voz del confesor, a Dios mismo se oye.

 

·         No critiquéis la conducta de nadie por frecuentar los santos Sacramentos, estas burlas atraen las maldiciones de Dios.

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