martes, 6 de mayo de 2014

El abandono de los Sagrarios acompañados (final) - Beato Manuel González García

EPÍLOGO

He leído el santo Evangelio y he encontrado los verbos no recibir, no reconocer, no creer, no agradecer o abandonar, hartas veces repetidos, teniendo por sujetos de la acción a los amigos, y por término de la misma a Jesús.

Si yo pudiera abrir las puertas de oro, plata, bronce o madera de los Sagrarios más cuidados y visiblemente acompañados de todo el mundo y preguntar al Jesús que dentro de ellos vive:

¿Padeces aquí también abandono de amigos? ¿Te dan trato personal?

¿Qué respondería Jesús?

***

El primer viernes de marzo de 1910, surgió de mi Sagrario, que había padecido muchos abandonos, al eco de una respuesta muy triste de Jesús a esa pregunta, una Obra formada por almas juramentadas para declarar guerra y guerra sin cuartel a todo abandono, llámese soledad, desconocimiento, dureza, ingratitud, infidelidad, deslealtad para con Jesús en el Sagrario.

Ésa es la Obra de los Sagrarios-Calvarios.

Su lema: a mayor abandono de los demás, más compañía propia.

Su grito de guerra: aunque todos... yo no.

Su anhelo incesante: DAR Y BUSCAR organizada y permanentemente, al Corazón de Jesús Sacramentado, REPARACIÓN...

...de su ABANDONO (exterior e interior) de Misa, Comunión y presencia real...

...por la COMPAÑÍA de presencia, compasión, imitación y confianza.

En unión de María Inmaculada, del Discípulo fiel y de las Marías.

Con la fortaleza del Espíritu Santo, con las repetidas aprobaciones y estímulos del Papa y de los Obispos, con la gratitud de los enterados, el recelo de los no enterados y el odio y la guerra de los demonios del abandono, la Obra nació, vive y avanza sin cansancios ni desorientaciones.

¡Parece que Jesús va estando más contento en sus Sagrarios!...

Marías, Discípulos

Como habéis visto, el mar sin fondo ni riberas de las misericordias eucarísticas, ha sido convertido por los hombres en mar negro de abandonos, por las densas sombras que éstos proyectan...

¡A surcarlo en todas direcciones en vuestras barquillas de reparadora compañía! ¡Que el blanco y el morado de vuestras insignias, como velas de vuestras naves henchidas por el Espíritu santo, cubran y truequen pronto, muy pronto, el mar negro de las misericordias despreciadas en el mar blanco y morado de la Eucaristía bien creída, bien comida, bien compadecida, bien desagraviada, bien imitada y bien agradecida!

Sacerdotes, hermanos míos

¡A poner entre estas dos palabras: Sagrario y abandono, la presencia más perenne de vuestros cuerpos y de vuestras almas. La compasión más sentida con los sentimientos del Corazón de Jesús Sacramentado. La imitación más fiel de su vida eucarística. Y la confianza más rendida en su amor misericordioso!

Que cuando el dardo del abandono venga a clavarse en el Sagrario, se vea impelido a una de estas dos cosas: o a retroceder porque vosotros, los hombres del Sagrario, no lo dejáis pasar, o si esto no podéis, a llegar al Sagrario goteando sangre de vuestros corazones, lágrimas de vuestros ojos y esencia de vuestras vidas...

¡Que un mismo dardo atraviese dos corazones: el de Jesús-Hostia y el de su hostia-sacerdote!.

 

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