jueves, 10 de abril de 2014

Dejemos que Jesús nos elija como amigos. Card. Mario Poli

Desgrabación de la homilía
del Card. Mario Poli
Arzobispo de Buenos Aires
en la Misa por la Educación
(9 de abril de 2014)
Bienvenidos a la casa de Dios, que es la catedral. Tomando la palabra, que es lo que nos da la vida en cada Eucaristía, tomamos estas palabras para llevarla también a la enseñanza. Hoy la Sagrada Escritura nos propone encontrarnos con Dios. ¿Quién es Dios? Dios es Amor. Y todo amor humano, para los que creemos y caminamos, sabemos que depende de Dios.
El amor a la Patria, el amor a los padres, a los hermanos, al trabajo, al estudio y a la enseñanza tiene la misma fuente: Dios es Amor. No hay dos amores en el Universo. Hay una única fuente. En todas estas formas de amor humano agradamos a Dios.
Jesús nos dice que su Padre Dios nos ama. Él vino a contagiarnos la alegría de saber que somos amados por el Padre del Cielo, y para que no perdamos esto, Dios nos propuso los mandamientos, a los que Jesús no le vino a cambiar siquiera una coma. Una vez que conocemos los mandamientos, y conocemos a Dios, decimos que ellos son pruebas del amor a Dios.
Pero además, Jesús nos dejó un mandamiento nuevo, no para suplir a los anteriores: pero sí nos dijo que sí cumplimos este mandamiento nuevo, cumplimos con todos los mandamientos de la Ley y de los profetas.
Muchas veces escuchamos este mandamiento: lo sabemos de memoria, de aquel momento en el que Jesús le lava los pies a sus discípulos. Y lo repite de nuevo en este Evangelio. ¿Se acuerdan cuál es? «Ámense los unos a los otros como Yo los he amado». 
¡Qué fácil que es guardarlo en la memoria, pero qué difícil bajarlo a las manos! Es fácil guardarlo en la memoria, porque está hecha para esto: para preservar cosas lindas. Pero es difícil, nos cuesta llevarlo a la práctica. Por eso en esta misa le venimos a pedir a Jesús que nos dé fuerza para cumplir el mandamiento nuevo del amor, y amar como Él nos ama.

Él mismo nos dijo que no hay mayor amor que dar la vida por los amigos. Mirándolo en la Cruz, sabemos que sobran las palabras: sabemos que realmente Él es un amigo. Jesús es un verdadero amigo, dio la vida por mí y cada uno puede apropiarse de esta frase: «Subió a la Cruz por mí».
Y la escuela, entre tantas cosas que nos da, nos permite cultivar la amistad al modo que Jesús nos enseñó. Así como Jesús puso como condición cumplir los mandamientos de su Padre Dios, la amistad tiene sus exigencias: les propongo tres notas de una verdadera amistad, al modo de cómo Jesús nos ama…
No somos nosotros los que elegimos los amigos. Son un regalo de la vida, y son ellos los que me eligen para confiar en mí. Los encontramos en el camino y los reconocemos como un regalo de Dios. ¿Vieron que Jesús nos dice que no fuimos nosotros los que lo elegimos, sino ÉL quien nos eligió? Así Él nos revela el origen de una verdadera amistad: no se elige por conveniencia una amistad. Se descubre como un tesoro y se guarda como un tesoro. Quien encuentra un amigo encuentra un tesoro.
La amistad verdadera es para toda la vida. Así que no puede tener ningún interés mezquino, sino el bien del otro. Dice un poeta, Atahualpa Yupanqui, que un amigo es uno mismo en otro pellejo. A mí me gusta esa definición de la amistad. 
Y la tercera nota de cómo ser un buen amigo, al modo de cómo Jesús nos enseñó, implica recordar la consigna que nos dio Jesús: «No hay mayor amor que dar la vida por los amigos», aunque luego la demos en cuota: en charlas amistosas, en gestos… 
Dejemos que Jesús nos elija como amigos; dejemos también que nuestro corazón reconozca que esto viene de Dios y dejemos que esta amistad nos acompañe en el camino de la vida. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Card. Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires


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