sábado, 8 de diciembre de 2012

Domingo II de adviento (ciclo c) Catena Aurea

          Lucas 3,1-6
          El año décimoquinto del imperio de Tiberio César, gobernando Poncio Pilato la Judea, siendo Herodes tetrarca de la Galilea, y su hermano Filipo tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene, hallándose Sumos Sacerdotes Anás y Caifás, el Señor hizo entender su palabra a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
           Y vino por toda la ribera del Jordán, predicando un bautismo de penitencia, para remisión de los pecados, como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas. Todo valle será terraplenado, todo monte y cerro rebajado; y los caminos torcidos serán enderezados, y los escabrosos allanados: y verán todos los hombres la salud de Dios.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Se designa el tiempo en que el precursor de nuestro Redentor recibió la misión de predicar el Divino Verbo, haciendo mención del jefe de la República de Roma y de los reyes de Judea, cuando se dice: "El año décimo quinto de Tiberio César, gobernando Judea Poncio Pilatos, siendo Herodes tetrarca de Galilea", etc. Como venía para anunciar a Aquel que había de redimir a muchos, tanto de entre los judíos como entre los gentiles, se señala el tiempo de su predicación con el nombre del rey de las naciones y de los príncipes de los judíos. Pero como que los gentiles habían de ser reunidos, se dice que gobernaba uno solo la República romana con estas palabras: "Del imperio de Tiberio César".

Griego
Muerto el monarca Augusto, de quien los príncipes tomaron el nombre de Augusto, le sucedió Tiberio en el gobierno de la monarquía, y se encontraba en el año décimoquinto de su gobierno.

Orígenes, in Lucam, 21
Y en las profecías anunciadas sólo a los judíos se describe únicamente el reino de ellos. "La visión, dice, de Isaías en tiempo de Osías, Joatán, Achám y Ezequías, reyes de Judá" ( Is 1,1). Pero en el Evangelio, que debía predicarse a todo el mundo, se hace mención del dominio de Tiberio César, que era quien mandaba en todo el orbe. Porque si hubieran de salvarse solamente los que eran gentiles, era lo suficiente el haber hecho mención de solo Tiberio. Pero como convenía que los judíos creyesen, era preciso describir también los reinos de los judíos, o sea las tetrarquías, como se expresa en las palabras siguientes: "Gobernando Poncio Pilatos la Judea, siendo Herodes tetrarca", etc.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Como Judea debía ser disuelta por su perfidia, eran muchos los que gobernaban las distintas regiones en que se había dividido, conforme a la siguiente sentencia ( Lc 11,17): "Todo reino dividido en partidos contrarios quedará destruido".

Beda
Pilatos, enviado el año duodécimo del imperio de Tiberio César a Judea, se encargó del gobierno del pueblo, y allí permaneció por espacio de diez años continuos hasta casi el fin de Tiberio. Herodes, Filipo y Lisanias, eran hijos de aquel Herodes en cuyo tiempo nació el Señor, entre los que se encontraba el mismo Herodes Arquelao, hermano de éstos, que reinó diez años, y que, acusado por los judíos ante Augusto, fue desterrado a Viena, en donde murió. Este mismo Augusto fue el que dividió el reino de Judea en tetrarquías para hacerlo menos fuerte.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Como San Juan anunciaba al que había de ser a la vez Rey y Sacerdote, el evangelista San Lucas señaló el tiempo en que predicó, no sólo con los nombres de los reyes, sino con el de los sacerdotes. Dice, pues: "Hallándose Sumos sacerdotes Anás y Caifás".

Beda
Los dos (esto es, Anás y Caifás) eran príncipes de los sacerdotes, cuando San Juan empezó su predicación, pero Anás ejerció en aquel año, y Caifás, cuando fue crucificado Nuestro Señor. En medio del pontificado de estos, hubo otros tres sumos sacerdotes, pero el evangelista sólo hace mención de los que mandaban en el tiempo de la pasión del Señor. Suspendidos los preceptos de la ley, no se concedía el honor del pontificado al mérito ni a la clase, confiriéndose el sumo sacerdocio por la potestad romana. Refiere Josefo, que Valerio Grato nombró pontífice a Ismael, hijo de Bafo (cuando se le quitó el sumo sacerdocio a Anás), pero que también a éste se le quitó poco después, nombrando en su lugar a Eleázaro, hijo del pontífice Ananías. Un año después, separándolo del cargo, nombró para que le sucediese a un tal Simón, hijo de Caifás, quien lo desempeñó no más de un año, teniendo por sucesor a Josefo, (a quien también se le da el nombre de Caifás). Y así se describe todo el tiempo en que Nuestro Señor Jesucristo estuvo predicando, o sea el periodo de cuatro años.

San Ambrosio
Antes de congregar a la Iglesia, obra el Hijo de Dios en su siervo, y por ello se dice oportunamente: "El Señor hizo entender su palabra a Juan", etc. Con el objeto de que la Iglesia no empezase por un hombre, sino por el mismo Divino Verbo. Con toda oportunidad lo compendia así San Lucas, para expresar que Juan era profeta diciendo: "El Señor hizo entender su palabra a Juan", sin añadir ni una palabra más, porque el que está lleno de la palabra de Dios, no necesita de su propio juicio. De este modo, con una sola palabra lo declaró todo. Pero San Mateo y San Marcos quisieron señalar al profeta por el vestido, por el ceñidor y por el alimento.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 10
Se dice aquí que fue enviado el Verbo de Dios, porque el hijo de Zacarías no vino por su voluntad, sino movido por Dios.

Teofilacto
San Juan estuvo oculto en el desierto todo el tiempo que precedió a su manifestación, que es por lo que dice: "en el desierto", para que los hombres no tuviesen ninguna clase de sospecha, de que si atestiguaba tales cosas de Cristo, era a causa de su parentesco, o de una amistad contraída desde sus más tiernos años; y esto lo atestigua él mismo diciendo (Jn 1,31): "Yo no le conocía".

San Gregorio Niceno, de Virginitate, 6
El que había venido a la vida en el espíritu y la virtud de Elías, estaba separado del trato de los hombres, y entregado a la contemplación de las cosas invisibles, para no acostumbrarse a los engaños de este mundo, que entran por los sentidos, y de este modo evitar incurrir en alguna confusión o error, respecto del conocimiento del varón bueno, a quien él precedía. Y por tanto, fue elevado a tal altura de gracias divinas, que mereció de ellas más que los profetas; porque limpio y exento de toda pasión natural, desde el principio hasta el fin, se consagró a la contemplación divina.

San Ambrosio
El desierto es también la misma Iglesia, porque ya son muchos más los hijos de la que había sido desechada, que de aquélla que tenía marido ( Is 54,1). Y ahora ha venido el Verbo divino para que la tierra, que antes estaba desierta, produzca frutos para nosotros.

San Ambrosio
Hecho el Verbo, siguió la voz. El Verbo obra primero en el interior, y la voz es como su eco. Por ello se dice: "Y vino por toda la ribera del Jordán".

Orígenes, in Lucam. 21
La palabra Jordán quiere decir el que baja y el río de agua saludable baja de Dios. ¿Por qué otro lugar convenía que anduviese el Bautista, sino por las cercanías del Jordán, para que, si alguno quería hacer penitencia, inmediatamente lo llevase su humildad a aquella corriente a recibir el bautismo de penitencia? Y añade: "Predicando el bautismo de penitencia para remisión de los pecados".

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Por este relato se ve, que San Juan, no sólo predicó el bautismo de penitencia, sino que también lo administró a muchos; pero no pudo dar su bautismo para remisión de los pecados.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
No habiéndose ofrecido aún el divino sacrificio, y no habiendo bajado el Espíritu Santo, ¿cómo había de concederse el perdón de los pecados? Por lo cual ¿qué es lo que dice San Lucas: "Para remisión de los pecados"? Los judíos eran ignorantes, y por ello, no pensaban en sus propias culpas. Pero como ésta era la causa de todos sus males -para que conociesen sus pecados, y pudiesen buscar al Redentor- vino San Juan exhortándolos a que hiciesen penitencia, para que, convertidos a mejor vida por medio de la penitencia, trabajasen solícitos a fin de recibir el perdón. Por eso, habiendo dicho que vino predicando el bautismo de la penitencia, añadió: "Para remisión de los pecados". Como si dijera: Los persuadía a hacer penitencia para que pudieran alcanzar con más facilidad el perdón subsiguiente, creyendo en Jesucristo. Porque si no eran llevados por la penitencia, de ningún modo podrían obtener la gracia, sino solamente la preparación para recibir la fe de Jesucristo.
 
San Gregorio, Magno, homiliae in Evangelia, 20
Se dice que San Juan predicaba el bautismo de penitencia para remisión de los pecados, porque él no podía dar el bautismo que limpia de los pecados, y así como precedía al Verbo encarnado del Padre con el verbo de la predicación, así también debía preceder con su bautismo -que no perdona los pecados- al bautismo de penitencia, por medio del cual éstos se perdonan.

San Ambrosio
Por eso muchos presentan a San Juan como tipo de la ley; porque ésta podía denunciar el pecado, pero no perdonarle.

San Gregorio Nacianceno, oratione, 39
Para que podamos establecer de algún modo la diferencia entre uno y otro bautismo, diremos que Moisés bautizó, pero con agua, bajo la nube y en el mar, siendo su bautismo una figura. San Juan bautizó también, no según el rito de los judíos -esto es, sólo por el agua- sino también para remisión de los pecados; pero no de una manera del todo espiritual (porque no añadió, por el Espíritu). Jesús bautiza por el Espíritu, y esto es lo que constituye la perfección. Hay también un cuarto bautismo, realizado por el martirio y la sangre, por el que Jesús fue bautizado también, y el cual es mucho más venerable que los otros, en tanto, cuanto que no es manchado con repetidas caídas. Hay también un quinto bautismo que es el de lágrimas, más laborioso que los anteriores, como fue el de David, que todas las noches regaba su cama y su habitación con sus lágrimas.
Y prosigue: "Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto" ( Is 40.).

San Ambrosio
Con toda propiedad se llama voz a San Juan, porque es el precursor del Verbo, puesto que la voz, que es inferior, precede, y el Verbo, que la aventaja, la sigue.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
También clama en el desierto, porque anuncia el consuelo de la redención de Judea, que entonces se hallaba como abandonada y destruida. Y declara por qué clamaba diciendo: "Preparad el camino del Señor", etc. Todo el que predica la verdadera fe y las buenas obras, ¿qué otra cosa hace más que preparar los corazones de los que le oyen para el Señor que viene? Endereza los caminos del Señor, formando en el ánimo pensamientos puros con la palabra de la buena predicación.

Orígenes, in Lucam, 21
O bien se ha de preparar en nuestro corazón el camino al Señor; porque es grande y espacioso el corazón del hombre, cuando está limpio. No quieras medirle por el volumen del cuerpo, sino por el poder de la inteligencia, la cual recibe la ciencia de la verdad. Prepara en tu corazón el camino al Señor, por medio de una buena vida, y dirige la senda de ella por medio de obras nobles y perfectas, para que la palabra de Dios discurra por ti sin ningún obstáculo.
 
San Basilio
Y como la senda es el camino que trillaron los que habían sido antes, y como los primeros hombres la habían borrado, manda su palabra para que la enderecen otra vez los que se habían separado del celo de aquéllos que les habían precedido.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 20
No es el rey, sino el precursor el que debe decir: "Preparad el camino del Señor"; y por esto fue llamado voz, porque era el precursor del Verbo.

San Cirilo, lib. 3, in Isai. 40
Pero alguno podría responder y decir: ¿Cómo habremos de preparar el camino al Señor? ¿Cómo haremos derechas sus sendas, siendo así que hay tantos impedimentos que estorban a los que quieren hacer una vida buena? La palabra del profeta responde a esto. Hay ciertos caminos y sendas, que a propósito no son para marchar, porque suben hasta las colinas o los montes, o bajan hasta los despeñaderos. Obstáculos que remueve diciendo: "Los derrumbaderos se rellenarán, y todo monte y colina se allanarán". Hay algunos caminos que están trazados con desigualdad, porque tan pronto suben como bajan, haciendo difícil la marcha por ellos. De éstos dice: "Los tortuosos serán enderezados, y los caminos fragosos allanados". Se comprende que todo esto ha sido hecho por el poder de nuestro Salvador; porque era difícil el camino de la vida y del conocimiento del evangelio, a causa de que las pasiones humanas embargaban las almas. Pero cuando Dios, hecho hombre, destruyó el pecado en su carne, todo fue allanado, y se hizo fácil el camino, no habiendo ya collado ni valle que sea obstáculo para los que quieran caminar.

Orígenes, in Lucam, 21
Cuando vino, pues, Jesús y envió su Espíritu, todo valle fue rellenado con las buenas obras y con los frutos del Espíritu Santo, poseyendo los cuales, no solamente dejarás de ser valle, sino que empezarás a ser el monte de Dios.

San Gregorio Niceno, de Virginitate, 6
Tal vez los llanos rodeados de montes, significan la práctica tranquila de las virtudes, cuando habla de la semejanza de los valles, según las palabras del Salmo: "Los valles abundarán en trigo" ( Sal 64,14).

San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 20
Cuando habla del monte, a los cuales Jesucristo humilló se refiere a los orgullosos y a los soberbios. Llama collados a los desesperados, no solamente por la soberbia de su espíritu, sino por lo estéril de la desesperación, puesto que el collado no produce fruto ninguno.

Orígenes, in Lucam, 22
Debe comprenderse que los montes y los collados son las potestades enemigas, que fueron destruidas por la venida de Cristo.

San Basilio
Así como los collados se diferencian de los montes por la magnitud, siendo iguales en lo demás, así las potestades enemigas se parecen en los propósitos, pero se diferencian por la crueldad de sus ofensas.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
El valle, cuando se llena, crece, y el monte y el collado, cuando se desmontan, disminuyen; así la gentilidad recibió la plenitud de la gracia en la fe de Jesucristo, y Judea perdió por el error de su perfidia la altura, por la cual se había ensoberbecido. Porque los humildes reciben el don, que los corazones de los soberbios rechazan.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
Tal vez con estas palabras manifiesta la dificultad de la ley, convertida en la facilidad de la fe, como si dijera: no amenazan ya trabajos ni dolores, porque la gracia y el perdón de los pecados facilitan el camino que conduce a la salvación.

San Gregorio Niceno, de Virginitate, 6
Quizás manda que se rellenen los valles, y que se allanen los collados y los montes, queriendo manifestar que la virtud ordenada no debe alterarse por exceso ni por defecto.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
Los caminos torcidos se enderezan, cuando el corazón de los malos, torcido por la injusticia, se dirige según la regla de la justicia, y los caminos escabrosos se convierten en llanos, cuando las almas duras e iracundas vuelven a la suavidad de la mansedumbre, por la infusión de la divina gracia.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
Después expone la causa de todo esto, diciendo: "Y verá toda carne", etcétera. Manifestando que la virtud y el conocimiento del Evangelio se extenderá hasta el fin del mundo, aun entre aquéllos de costumbres salvajes y de voluntades rebeldes, convirtiendo a la mansedumbre y a la dulzura las feroces costumbres y la obstinada voluntad del género humano. Y no solamente los judíos serán sus prosélitos, sino toda la humanidad verá la salud de Dios.

San Cirilo, lib. 3, in Isai., 40
Es decir, la salud del Padre que envió a su Hijo como Salvador nuestro. En la actualidad se entiende por carne a todo el género humano.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
Toda carne, o todo hombre no ha podido ver la salud de Dios (esto es, a Jesucristo) en esta vida, y por tanto, el profeta extiende su mirada hasta el día del juicio, cuando todos le verán, tanto los escogidos como los réprobos.

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