martes, 18 de diciembre de 2012

Breve reseña del desarrollo histórico del adviento

La fecha inicial del año litúrgico era en el siglo V la festividad de la Anunciación. Celebrada al principio en marzo. Esta solemnidad fue trasladada a Diciembre. “Según lo que en otras partes se practica, dice el Concilio Toledano de 665, las fiesta de la Anunciación será celebrada el 18 de Diciembre en toda España, por caer a menudo en Cuaresma o en la solemnidad Pascual”. En el siglo X, el año comenzaba el primer Domingo de Adviento o sea unas cuatro o cinco semanas antes de Navidad. En un Concilio en Zaragoza (año 380) se prescribe una preparación de ocho días para la fiesta de Navidad. En el Concilio de Tours de 563, se menciona al Adviento como período litúrgico que tiene ya sus ritos y fórmulas propias.
La alegría que engendra el pensamiento de poseer dentro de poco al Salvador, fue y es todavía como la nota dominante del santo Adviento; por eso no se deja de cantar el Aleluya, y las campanas voltean mientras en el coro se entonan las grandes antífonas O.
En el siglo VII se dio también a este tiempo un carácter penitencial, llamándose en la Edad Media “Cuaresma de Navidad”,  por lo cual muchos ayunaban a diario y hasta cubrían las sagradas imágenes, como ahora en la Pasión. Ese espíritu de penitencia se trasluce en la omisión del Gloria y del Te Deum, en los ornamentos morados, en dejar los ministros en la misa la dalmática y la túnica, vestidos entrambos de alegría, en decir Benedicamus Domino por Ite Misa est, y en muchos textos litúrgicos.
En el santo Adviento no nos preocupemos sólo de su venida misericordiosa, al revés de los Judíos, que únicamente quisieron admitir el advenimiento glorioso del Mesías. Dejemos toda su amplitud a las fórmulas litúrgicas, para que ejerzan en nosotros toda su eficacia y digamos con la Iglesia: Veni, Domine; ven Salvador y Juez mío. Líbrame aquí de mis pecados, y llévame algún día a tu cielo. Adveniat regnum tuum. Como todos los Patriarcas y Profetas, en Ti pongo toda mi esperanza. Per Adventum tuum, libérame nos, Domine.
¡Oh cuán benéfica es la liturgia de este tiempo, que así nos dispone a celebrar el advenimiento de Jesús en vista del segundo de manera que, aprovechándonos de las gracias del Redentor, no hayamos por qué temer los castigos del Juez! “haz, Señor, pide la Iglesia, que recibiendo con alegría al Hijo de Dios, ahora que viene a rescatarnos, podamos también contemplarle seguros cuando viniere a juzgarnos”.
Así pues, el Adviento nos predica que Jesucristo es el centro de la historia del mundo, la cual comienza con la esperanza de su venida de gracia y terminará con su postrer y glorioso advenimiento. Y la liturgia hace desempeñar a todos los cristianos su papel respectivo en este plan divino. Si Cristo bajó a la tierra accediendo a los apremiantes llamamientos de los Justos del Antiguo testamento, bajará también hoy día en vista de las llamadas que le dirige la humanidad generación tras generación, y vendrá sobre todo por Navidad a las almas fieles con una infusión nueva de gracia. Vendrá por fin Jesús, llamado por los últimos cristianos, cuando se vean perseguidos por el Anticristo al fin de los tiempos.
Nuestras aspiraciones a Cristo son  las mismas que la de los Patriarcas y  Profetas, ya que el Breviario y el Misal ponen en nuestros labios las palabras mismas que ellos en otros tiempos pronunciaron. ¿No es, pues, uno mismo el grito de fe, de esperanza y amor que se viene elevando a Dios y a su divino Hijo en el correr de los siglos? Animémonos de los mismos entusiasmos, de las ardientes súplicas de un Isaías, de un Juan Bautista y de la benditísima Virgen María, de esas tres figuras que tan cumplidamente encarnan el espíritu del Adviento; aspiremos con sinceridad, con amor con impaciencia por Jesús en su doble advenimiento: “Al rey que ha de venir, venid adorémosle”.
Se ha notado que las iniciales de las grandes antífonas O dan por orden inverso estas dos palabras Ero cras, que significa: Mañana estaré, es decir estaré con vosotros:
Es-------E--  O  Emmanuel……………………………….. Veni!
ta-------r--  - O  Rex………………………………………..  Veni!
ré-------o-- - O  Oriens…………………………………….  Veni!
Ma-----C---  O   clavis David……………………………… Veni!
ña--- ---r-----O  Radix……………………………………….Veni!
na------a-----O  Adonai……………………………………..Veni!
aquí----s-----O  Sapientia…………………………………..Veni!

Trascrito para Aci Prensa por José Gálvez Krüger,
Director de la Revista
de Humanidades  Studia Limensia.
DOM Gaspar Lefèbvre O.S.B, de la Abadía de S. Andrés (Brujas, Bélgica)
Misal Diario
Desclée De Brouwer y Cia, Brujas, Bélgica

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