viernes, 15 de junio de 2012

Domingo XI tiempo ordinario (B) Catena Aurea

Marcos 4,26-34

Decía asimismo: "El reino de Dios viene a ser a manera de un hombre que siembra su heredad; y ya duerma, o vele noche y día, el grano va brotando y creciendo sin que el hombre lo advierta. Porque la tierra de suyo produce primero el trigo en yerba, luego la espiga, y por último, el grano lleno en la espiga. Y después que está el fruto maduro, inmediatamente se le echa la hoz, porque llegó ya el tiempo de la siega". (vv. 26-29)
Y proseguía diciendo: "¿A qué cosa compararemos aun el reino de Dios? ¿O con qué parábola le representaremos? Es como el granito de mostaza, que cuando se siembra en la tierra es la más pequeña entre las simientes que hay en ella. Mas después de sembrado, sube y se hace mayor que todas las legumbres, y echa ramas tan grandes, que las aves del cielo pueden reposar debajo de su sombra". Con muchas parábolas semejantes a ésta les predicaba la palabra de Dios, conforme a la capacidad de los oyentes. Y no les hablaba sin parábolas: bien es verdad que aparte se lo descifraba todo a sus discípulos. (vv. 30-34)

San Juan Crisóstomo
Presentó primero la parábola de las tres semillas, perdidas de diverso modo, y otra aprovechada, en lo cual se manifiestan tres grados diferentes, según la fe y las obras. Aquí, sin embargo, trata sólo de la semilla aprovechada. "Decía asimismo -prosigue-: El reino de Dios viene a ser a manera de un hombre que siembra", etc.

San Jerónimo
El reino de Dios es la Iglesia, la cual es regida por Dios, y ella rige a los hombres, destruyendo los vicios y lo que le es contrario.

San Juan Crisóstomo
O bien el reino de Dios es la fe en El y en el misterio de su encarnación. Este reino viene a ser a manera de un hombre que siembra su heredad, porque siendo Dios e Hijo de Dios, y haciéndose hombre sin cambiar de existencia, sembró por nosotros la tierra, esto es, iluminó todo el mundo con la palabra del conocimiento divino.

San Jerónimo
La semilla es la palabra divina, la tierra el corazón humano, y el sueño del hombre la muerte del Salvador. La semilla crece día y noche, porque después del sueño de Cristo en el sepulcro germinó más y más en la fe el número de los creyentes, tanto en la prosperidad como en la adversidad, y se desarrolló con las obras.

San Juan Crisóstomo
O bien el que se levanta es el mismo Cristo, que estaba sentado, esperando por su magnanimidad que fructificasen los que habían recibido la semilla. Se levanta, pues, es decir, nos hace capaces de fructificar por la benevolencia de su palabra con las armas de la justicia en la diestra, que significa el día, y en la izquierda, que significa la noche de las persecuciones: así es como germina y no se seca la semilla.

Teofilacto
O Cristo duerme, esto es, sube al cielo, o, pareciendo que duerme, se levanta con todo de noche, cuando nos llama a su conocimiento por las tentaciones, o de día, cuando a causa de nuestras oraciones dispone nuestra salvación.

San Jerónimo
La expresión: "Sin que el hombre lo advierta", es una figura, y quiere decir que hace que ignoremos quién llevará el fruto hasta el fin.

San Juan Crisóstomo
O dice: "Sin que el hombre lo advierta", para manifestar la libre voluntad de los que reciben la palabra, pues confía la obra a nuestra voluntad, no completándola El solo, para que no parezca un bien hecho involuntariamente. Por tanto, pues, dice: "Porque la tierra de suyo produce", es decir, no como obligada contra su condición natural, sino por esta misma condición, "primero el trigo en yerba".

San Jerónimo
Esto es, el temor, porque el principio de la sabiduría es el temor de Dios ( Sal 110,10). "Luego la espiga", es decir, la penitencia que llora; "y, por último, el grano lleno en la espiga", o la caridad, porque la caridad es la plenitud de la ley ( Rm 13,10).

San Juan Crisóstomo
O produce primero la hierba, según la ley natural, creciendo poco a poco hasta la perfección. Después las espigas que han de juntarse en haz y deben ofrecerse al altar del Señor, conforme a la ley de Moisés. Y por último, el grano lleno en el Evangelio. O porque importa que, no sólo florezcamos por la obediencia, sino que seamos prudentes, y nos mantengamos firmes como las espigas en sus cañas, no cuidándonos de los encontrados vientos. También debemos cuidar de nuestro corazón con el constante auxilio de la memoria, para que fructifiquemos, como fructifican las espigas, demostrando una virtud completa.

Teofilacto
Germinamos como la hierba, cuando empezamos a obrar el bien; como la espiga, cuando podemos resistir las tentaciones; y como el fruto, cuando llegamos a la perfección.
"Y después que está el fruto maduro -continúa- inmediatamente se le echa la hoz", etc.

San Jerónimo
La hoz que todo lo siega, es la muerte o el juicio, y el fin del tiempo es la mies.

San Gregorio Magno, Moralium 22, 20
O de otro modo: el hombre echa la semilla en la tierra, cuando pone una buena intención en su corazón; duerme, cuando descansa en la esperanza que dan las buenas obras; se levanta de día y de noche, porque avanza entre la prosperidad y la adversidad. Germina la semilla sin que el hombre lo advierta, porque, en tanto que no puede medir su incremento, avanza a su perfecto desarrollo la virtud que una vez ha concebido. Cuando concebimos, pues, buenos deseos, echamos la semilla en la tierra; somos como la yerba, cuando empezamos a obrar bien; cuando llegamos a la perfección somos como la espiga; y, en fin, al afirmarnos en esta perfección, es cuando podemos representarnos en la espiga llena de fruto.

Glosa
Después de la parábola de la fecundidad de la semilla del Evangelio, nos manifiesta en otra la excelencia de la doctrina evangélica sobre todas las demás doctrinas, diciendo: "¿A qué cosa compararemos el reino de Dios?"

Teofilacto
Pequeñísima es, es verdad, la palabra de la fe: Cree en Dios, y serás salvo; pero, predicada en la tierra, de tal modo se ha dilatado y aumentado, que las aves del cielo, esto es, los hombres contemplativos y de verdadero entendimiento, habitaban a su sombra. ¡Cuántos sabios, abandonando la sabiduría de los gentiles, han encontrado su reposo en el Evangelio anunciado! Por esto, pues, la predicación de la fe se ha hecho lo más grande de todo.

San Juan Crisóstomo
Y también porque lo que en breves palabras se anunció a los hombres, que es la sabiduría entre los perfectos, dice más que todos los discursos posibles, puesto que nada hay más grande que esta verdad.

Teofilacto
Este árbol, pues, ha echado grandes ramas, siendo una de ellas los Apóstoles que mandó a Roma, otra los que mandó a la India, y otras los que mandó a diversas partes de la tierra.

San Jerónimo
O esta semilla permanece pequeña por el temor, y se hace grande por la caridad, que es la mayor de todas las legumbres. Porque Dios es la caridad ( 1Jn, 4), y toda carne es como el heno ( Is 4). Hizo, pues, las ramas de la misericordia y de la compasión, a cuya sombra se deleitan los pobres de Cristo, como las aves del cielo.

Beda
Muchos entienden que el hombre que siembra es el Salvador, y otros que es el mismo hombre sembrando en su corazón.

San Juan Crisóstomo, non occ. sed v. Cat. in Marc
San Marcos, que gusta de la brevedad, añade mostrando la naturaleza de las parábolas: "Con muchas parábolas semejantes a ésta les predicaba", etc.

Teofilacto
Como las muchedumbres eran ignorantes, las instruía de este modo, con explicaciones sencillas. Y por esto añade: "Y no les hablaba sin parábolas", etc., para hacer que se acercasen y preguntasen. "Bien es verdad, prosigue, que aparte se lo descifraba todo a sus discípulos", es decir, todo aquello sobre lo cual le preguntaban; si bien no todo en absoluto, sino lo que no estaba manifiesto.

San Jerónimo
Ellos eran dignos de oír aparte los misterios por el profundo respeto que les inspiraba la sabiduría, estando como estaban en la soledad de las virtudes, lejos del tumulto de los malos pensamientos. Porque es en el reposo en donde se percibe la sabiduría.

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